martes, 17 de septiembre de 2019

Ciencia y tecnología. Octavo

Ciencia y tecnología. Octavo
Objetivo general:
Determinar desde criterios cristianos la aplicación de los avances científicos y productos tecnológicos en la promoción humana.
Contenidos específicos:
Aplicaciones de la ciencia y la tecnología en diferentes ámbitos de la vida humana.
Incidencia de la ciencia y la tecnología en el mejoramiento de la calidad de vida desde una ética cristiana de desarrollo



La actividad científica es inexplicable al 
margen de los intereses sociales. Esos
 intereses se expresa, por ejemplo, en 
el financiamiento de la ciencia, en 
las prioridades que para ella se establecen. 
Esos intereses, sin embargo, no niegan 
el interés por producir conocimiento 
objetivo, los intereses propiamente 
cognoscitivos que favorecen la 
objetividad. Más aún, los intereses 
que intentan instrumentalizar la ciencia y ponerla al servicio de los más variados fines, requieren del conocimiento objetivo que haga de la ciencia un saber útil. Las políticas científicas, los programas de investigación, las instituciones que articulan el trabajo científico no son neutrales respecto a los fines sociales que les dan vida, pero ello no hace del conocimiento obtenido la expresión de un interés económico o político particular, aunque su utilización sí suele subordinarse a ellos.
Veamos la idea de neutralidad como "independencia de prejuicios". Aquí la palabra prejuicio no tiene un sentido peyorativo; se refiere a "un cierto complejo preconstituido de convicciones, actitudes intelectuales, hábitos mentales, valoraciones, etc." (Agazzi, p.72). La ciencia vista como actividad no puede ser neutral respecto a los prejuicios así definidos. Cada individuo, colectividad, sociedad, época, portan tales prejuicios que influyen sobre el modo de hacer ciencia, en la elección de los campos de la investigación, prioridades en la enseñanza y otras expresiones de la práctica científica.
Debemos reconocer que esos prejuicios también influyen sobre la ciencia como saber. Los criterios de objetividad y racionalidad están sometidos a cierta contingencia y determinación histórica. La construcción de un saber objetivo siempre se logra dentro de marcos conceptuales y metodológicos prestablecidos. Los científicos deben tomar conciencia de los límites que imponen a la objetividad dichos marcos y esforzarse por subordinar sus conclusiones a las "buenas razones" (teóricas, lógicas, empíricas) que puedan aportarse dentro de esos marcos cuyos límites han sido críticamente evaluados. De este modo la ciencia como saber logra cierta neutralidad respecto a los prejuicios: "la ciencia como saber puede y debe ser neutral respecto a los prejuicios, tomando conciencia de ellos y de su parcialidad" (ibid, p.73).
Es obvio que esa capacidad de evaluación y crítica de los prejuicios es limitada y por ello la objetividad suele estar amenazada. La construcción de un saber objetivo exige la disposición permanente a discutir los prejuicios que informan las conclusiones científicas y a través de ello es alcanzable un grado razonable de neutralidad.
Al hablar de la neutralidad como "desinterés" nos referimos a los motivos que la conducen. Al abordar la neutralidad como "no estar al servicio de intereses" el acento recae en la posibilidad de instrumentalización de la ciencia. Al nivel de la ciencia como actividad no es posible imaginar tal tipo de neutralidad. Si observamos la ciencia como conocimiento objetivo, la conclusión debe ser diferente. La ciencia ha contribuido a promover dentro de nuestra civilización ese hábito moral que llamamos honestidad intelectual "o sea, aquella actitud de fondo que consiste en el rechazo a callar la verdad, a camuflarla, o a hacerla pasar por falsa, en obsequio a intereses de cualquier género, incluso si éstos fueran particularmente nobles y altruistas. Por eso no es posible renunciar a esta forma de neutralidad de la ciencia sin tener que pagar una cuota elevadísima en términos de quiebra de civilización" (ibid, p.76).
Desde luego que intereses muy diversos pueden penetrar el conocimiento científico; la honestidad intelectual debe constituir un antídoto para imponer límites a esa tendencia. Fuente: https://www.oei.es/historico/salactsi/nunez05.htm








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