trabajo.
1. m. Acción y efecto de trabajar.
3. m. obra (‖ cosa producida por un agente).
4. m. Obra, resultado de la actividad humana.
5. m. Operación de la máquina, pieza, herramienta o utensilio que se emplea para algún fin.
6. m. Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.
Fuente (https://www.rae.es/drae2001/trabajo)
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
"El trabajo es la vocación del hombre"
Viernes, 1 de mayo de 2020
Y el trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, incluso de crear una familia para seguir adelante. El hombre es un creador y crea con el trabajo. Esta es la vocación. Y dice la Biblia que «Dios vio lo que había hecho, y todo era algo muy bueno» (Gn 1,31). Es decir, el trabajo tiene en sí mismo una bondad y crea la armonía de las cosas —belleza, bondad— e involucra al hombre en todo: en su pensamiento, en su acción, en todo. El hombre está involucrado en el trabajo. Es la primera vocación del hombre: trabajar. Y esto le da dignidad al hombre. La dignidad que lo hace parecerse a Dios. La dignidad del trabajo. Fuente (http://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2020/documents/papa-francesco-cotidie_20200501_illavoro-primavocazione-delluomo.html)
Toda injusticia que se comete contra una persona que trabaja es un atropello a la dignidad humana, incluso a la dignidad del que comete la injusticia: se baja el nivel y se termina en esa tensión de dictador-esclavo. En cambio, la vocación que Dios nos da es muy hermosa: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona. Hoy nos unimos a muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que conmemoran hoy el Día de los Trabajadores, el Día del Trabajo, por aquellos que luchan por la justicia en el trabajo, por aquellos —buenos empresarios— que realizan el trabajo con justicia, aunque ellos pierdan. Hace dos meses me llamó por teléfono un empresario, de aquí, de Italia, pidiéndome que rezara por él porque no quería despedir a nadie, y me decía: “Porque despedir a uno de ellos es despedirme a mí”. Esta conciencia de tantos empresarios buenos, que cuidan de los trabajadores como si fueran sus hijos. Recemos por ellos también. Y pidámosle a San José —en este hermoso icono [una estatua colocada cerca del altar] con las herramientas en la mano— que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo para todos y que sea un trabajo digno. No un trabajo de esclavos. Que esta sea nuestra oración hoy.
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