Ciencia y tecnología. Noveno
Objetivo general:Valorar las aplicaciones y efectos de la ciencia y la tecnología en distintos ámbitos de la vida desde el Plan creador de Dios y la ética cristiana por el compromiso con la Casa Común.
Contenidos específicos:
La creación está al servicio de la persona desde la óptica de la ética cristiana de desarrollo y el compromiso con la Casa Común.
Los efectos de los avances científicos y de los productos tecnológicos en la sostenibilidad integral desde el Plan de Dios
Teoría Gaia
La venganza de la Tierra: la teoría de Gaia y el futuro de la humanidad
José Lugo Hubp*
Departamento de Geografía Física, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México
James Lovelock y Lynn Margullis propusieron
en los inicios de la década de 1970 la hipótesis
de Gaia, nombre que en los siglos anteriores
fue algo equivalente a ciencias de la Tierra, y
actualmente la teoría del mismo nombre que
se refiere a un sistema autorregulado, integrado
por la biota, las rocas, el océano y la atmósfera,
mismo que evoluciona en estrecha relación y
no de manera independiente como se consideró
antes. En estos conceptos se basa el químico
y médico de formación, para analizar cómo
el hombre está influyendo en la transformación de Gaia, junto con fenómenos naturales, como la influencia variable del Sol, todavía en una etapa de incremento de su temperatura, considerado en la escala del tiempo geológico.
"Creencias religiosas y humanistas consideran a la Tierra como algo que está ahí para ser explotado en beneficio de la humanidad" (p. 20).
La visión de Lovelock sobre el cambio climático es pesimista, o realista, compartida actualmente por la generalidad de los científicos, y menciona algo importante que no es novedoso, la actitud de los políticos hacia el tema que ignoran o no quieren saber nada del mismo. Pero no descarta que estamos a tiempo, por lo menos para mitigar el problema que puede ser catastrófico hacia la mitad del siglo actual.
La mayor amenaza para Gaia es el aumento de la temperatura por la modificación del ambiente a causa de la actividad humana. A esto se agrega la dependencia del hombre al petróleo como fuente principal de energía; los pobres resultados que ha dado el uso de otras, como la solar y la eólica, esta última, incluso con daños colaterales a los ecosistemas.
Bien o mal, la situación lleva a Lovelock a recomendar el uso de la energía nuclear, con argumentos de que no ha sido bien entendida y se ha exagerado el peligro que representa. Cuestiona con argumentos a los grupos ecologistas, con frecuencia más papistas que el Papa, ya que proponen y realizan acciones que van en sentido contrario de sus objetivos. Toca el problema de la humanidad considerado por la comunidad científica como el número uno: el crecimiento de la población.
Hay investigaciones que llegan a proponer métodos para enfriar la Tierra por procedimientos extraterrestres de alto costo y complejidad, pero también se acompañan de diagnósticos que apuntan a causar otros daños al ambiente.
"La gran fiesta del siglo XX, con su extravagante despilfarro y sus juegos de guerra, se ha acabado. Ahora es el momento de limpiar y sacar la basura" (p. 221).
Científico de primer nivel, escribe sobre un tema complejo con un lenguaje claro y ameno, dirigido a todo público. Los libros que tratan temas como éste, generalmente están dirigidos a especialistas y hay que hacer llegar los resultados de la investigación científica a todos los niveles.
"También mostramos un desprecio tal hacia los grandes genios que levantaron los pilares de nuestra civilización que les damos el mismo espacio en nuestras librerías que a las extravagancias de la astrología, el creacionismo y la homeopatía" (p. 226).
Entre las obras publicadas en menos de 20 años sobre el llamado cambio global en el siglo XXI, Lovelock va a la vanguardia del pesimismo, tendencia cada vez más marcada, aunque hay opiniones moderadas e incluso en el sentido que no hay motivo para alarmarse.
El autor deja ver un aspecto de la ciencia moderna: el lector puede suponer que se trata de un físico, químico, biólogo, geólogo, astrónomo, ecólogo, geógrafo. Un tema como este no pertenece a una disciplina, sino al conjunto de las ciencias exactas, naturales y sociales, y naturalmente, es un problema eminentemente geográfico.
Buena labor de la traductora Mar García Puig. El título suena feo, se asemeja a encabezado de periódico alarmista, no precisamente el equivalente al original en inglés (La venganza de Gaia: por qué la Tierra se está defendiendo y cómo podemos salvar a la humanidad). Sin duda es fundamental en nuestros días para los geógrafos, desde estudiantes de bachillerato a académicos, y para todo ciudadano que se preocupa por el futuro. Fuente: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-46112007000300014
Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm 8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.
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